EL áLBUM DE BODA DE OLIVIA DE BORBóN: "LO úNICO QUE ME IMPORTABA ERA CASARME CON EL AMOR DE MI VIDA"

La aristócrata Olivia de Borbón, hija de Francisco de Borbón Escasany, duque de Sevilla, y de la aristócrata alemana Beatriz Wilhelmine Paula Von Hardenberg-Fürstenberg, y el empresario de origen manchego, Julián Porras-Figueroa, se conocieron una noche de verano del año 2013, en Puerto Banús, Marbella, la localidad donde ambos pasaban sus vacaciones. El flechazo fue casi inmediato, comenzaron a salir y pocos meses después él le pidió matrimonio durante un viaje a la India y frente a uno de los escenarios más románticos del mundo, el legendario Taj Mahal. "No me lo esperaba -dice Olivia-, pero nuestra historia fluyó de un modo tan natural que estaba segura de que nos íbamos a casar". Tras catorce meses de novios llegó el día de la boda: 4 de octubre de 2014. Para celebrar la despedida de solteros, los novios eligieron la discoteca Gabana de Madrid.

La boda de Olivia de Borbón y Julián Porras-Figueroa. (Cortesía Olivia de Borbón)

La ceremonia religiosa, a la que solo estaban invitados sus familiares y dos amigos muy cercanos -15 personas en total- se celebró días antes en la parroquia de la Asunción en Torres de la Alameda, Madrid. "No me puse nada nerviosa. Nuestra boda fue muy mediática y para mí, esa ceremonia tan íntima y con un sentimiento religioso verdadero, tuvo un significado muy especial" -dice Olivia. Los padrinos fueron el padre de la novia, Francisco, y la madre del novio, María Isabel. Después, fueron todos juntos a almorzar al Parador de Alcalá de Henares.

La boda de Olivia de Borbón y Julián Porras-Figueroa. (Cortesía Olivia de Borbón)

La ceremonia civil, la cena y la fiesta se celebraron en la localidad de Benahavis y más concretamente, en el majestuoso hotel Villapadierna -donde se han alojado, entre otros, Michelle Obama-, situado entre las colinas de la Costa del Sol y con el Mediterráneo como telón de fondo. Su arquitectura, que recuerda al de un palacio toscano, rodeada de exuberante vegetación, obras de arte y piscinas de ensueño, resultó el escenario perfecto. "Es un sitio precioso".

La boda de Olivia de Borbón y Julián Porras-Figueroa. (Cortesía Olivia de Borbón)

Entre los 400 invitados de 15 nacionalidades distintas, no faltaron rostros conocidos amigos de los novios, como Cari Lapique, la modelo Eugenia Silva acompañada de Alfonso de Borbón, Fiona Ferrer, Marta González, Ana Obregón, Pablo de Hohenlohe y su mujer, María del Prado o la diseñadora Agatha Ruiz de la Prada. Aunque sí hubo alguien que deslumbró en este enlace fue, sin duda, la madre de la novia. La princesa Beatriz eligió un espectacular vestido rojo de Sybilla, un diseño con más de tres décadas de historia que completó con una espectacular corona de flores del mismo color en la cabeza. Sus zapatos, en un precioso dorado antiguo y rematados por un tacón en forma de bola, completaban un outfit que no pasó desapercibido.

Una Salve Rociera y Guns N' Roses

"Uno de los momentos más especiales del día se produjo cuando tras el cóctel, al entrar al salón donde se celebró la cena, nuestro gran amigo, el cantante Juan Peña se levantó y comenzó a cantarnos a capela la canción 'No me lo creo'. De pronto, las luces se apagaron y todo el mundo se quedó en silencio. Al terminar recibió un aplauso maravilloso y yo me emocioné muchísimo. Otro de los momentos que recuerdo con una emoción increíble fue cuando, en plena ceremonia civil, comenzó a sonar la Salve Rociera, que nos encanta a los dos, interpretada por Davinia y con toda nuestra familia y amigos presentes".

La boda de Olivia de Borbón y Julián Porras-Figueroa. (Cortesía Olivia de Borbón)

Las mesas, todas redondas, excepto la de los novios, que era cuadrada, llevaban el nombre de algunas de nuestras películas favoritas y se vistieron con manteles de lino color crema, vajillas blancas de porcelana y centros de flores silvestres. "Julián y yo nos ocupamos de organizarlo todo -nuestros padres nos dejaron hacer con total libertad- aunque al final también contamos con la ayuda de las wedding planners de A-Típica. El catering, delicioso, corrió a cargo de Villa Padierna y el dueño, Ricardo Arranz, nos ayudó a cuidar hasta el último detalle. El almuerzo incluía ensalada de bogavante, pularda rellena y postres variados, aunque lo más alucinante fue que nos lo estábamos pasando tan bien que ¡se nos olvidó cortar la tarta! Un postre que, por cierto, le había pedido a una amiga mía repostera. Lo mismo les pasó a mis padres el día de su boda".

Y llegó el momento de la fiesta. "Soy muy rockera y para abrir el baile, en lugar del clásico vals de Strauss, elegimos una canción de Guns N' Roses, ante el estupor de mi padre y la emoción de mis hermanos, que me entendieron perfectamente. Aunque la verdadera sorpresa llegó a las doce de la noche, cuando Juan Peña sorprendió a Julián cantándole el 'Cumpleaños feliz', que es justo el 5 de octubre".

La boda de Olivia de Borbón y Julián Porras-Figueroa. (Cortesía Olivia de Borbón)

La música, a cargo del DJ J.P. Candela, animó la fiesta hasta las seis de la madrugada. "Nuestros invitados dijeron que no habían ido nunca a una boda tan divertida". ¿Viaje de novios? "No tuvimos. Nos fuimos directamente a Marbella a vivir. Esa fue nuestra verdadera aventura, dejar atrás nuestros trabajos, nuestras familias, nuestros amigos... y empezar una nueva vida".

Como una princesa bohemia

"Mi sueño de niña", así describió Olivia su precioso vestido de novia, un ensoñador diseño romántico, de corte princesa y color blanco roto. Fue diseñado por Hervé Moreau para Atelier Pronovias en Barcelona y confeccionado exclusivamente para ella por ocho modistas de la firma, que cosieron a mano las 500 flores de organza que llevaba bordadas al vestido. Elaborado con encaje de Calais y con transparencias en las mangas y en la espalda, iba rematado con una cola dos metros. "No tardé mucho en elegirlo. Era muy fluido, tenía un movimiento muy suave y me sentí genial con él. Además, llevaba bolsillos, un detalle me encantó" -apunta la novia. "Los zapatos, de Úrsula Mascaró, tenían algo de plataforma y medio tacón, pero no los estrené yo. Eran un modelo antiguo con los que me probé varias veces el vestido en el atelier, pero, como se habían dejado de hacer y me parecían comodísimos, fueron los elegidos. El novio eligió un chaqué azul marino con raya diplomática de Borja Martín".

La boda de Olivia de Borbón y Julián Porras-Figueroa. (Cortesía Olivia de Borbón)

Como únicas joyas, la novia llevó su alianza de Suárez y una espectacular diadema de esmeraldas que en su día fue la pulsera con la que su padre pidió en matrimonio a su madre, Beatriz. De las tres cosas que por tradición deben lucir las novias -algo nuevo, algo viejo y algo prestado- Olivia eligió la miniatura de una rana bordada en el interior de su vestido. Un maquillaje en tonos suaves y muy natural, obra de Patricia Sánchez, gran amiga de Olivia, y un recogido bajo con ondas marcadas inspirado en la princesa Grace de Mónaco y creado por Alberto Cerdán, redondearon el look. "Eso sí, para el baile me solté el pelo".

El ramo, regalo de una amiga de la novia, puso la nota de color con una mezcla de crisantemos rosas, flores silvestres color violeta y la flor de lis, símbolo de los Borbones.

Diez años desde aquel día

A punto de cumplir su décimo aniversario de boda y con dos hijos en común, Olivia y Julián siguen tan enamorados como aquel día de otoño. Y si no, atentos a las palabras que Julián dedicó recientemente a su mujer: "No hace falta decir que Olivia es el amor de mi vida, que lo es, pero también es algo más. Es la madre de mis hijos y también es la mejor persona que he conocido en la vida. Siempre está ahí para tranquilizarme, siempre tiene una frase perfecta para darle la vuelta a las cosas negativas y es quien me ha dado toda la felicidad".

2024-09-05T03:06:45Z dg43tfdfdgfd