EVA SANNUM: ASí FUE EL DíA DEL PRINCIPIO DEL FIN DE SU RELACIóN CON EL REY FELIPE

El 25 de agosto de 2001 los ojos estaban puestos en Oslo. En la catedral de Nuestro Salvador de la capital noruega se daban el ‘sí, quiero’ el príncipe Haakon, heredero al trono, con Mette-Marit, una joven con una ‘pasado salvaje’(como ella misma lo definió) que no contaba con el apoyo de todos en el país nórdico. Fue, sin duda, la boda del triunfo del amor romántico, que tuvo otra inesperada protagonista, especialmente para los españoles.

Entre los invitados no podía faltar la Familia Real de nuestro país, con una elegantísima Reina Sofía del brazo del Príncipe Felipe, gran amigo del novio, y muy atractivo luciendo un frac de gran etiqueta de la Armada con sus condecoraciones.

Pero allí también estaba la otra mujer de la vida de Felipe: Eva Sannum, su novia de entonces. No se había anunciado oficialmente su noviazgo (en la realeza solo se anuncian los compromisos), pero desde finales de 1997 era conocido por todos que el futuro Rey de España estaba enamorado de una atractiva y joven noruega que estudiaba en Madrid, a la vez que hacía sus pinitos como modelo.

Eva Sannum: una candidata en entredicho para el Príncipe Felipe

Esta relación no estaba bien vista por sus padres, los entonces Reyes Juan Carlos y Sofía, ni por parte de la sociedad monárquica, quienes no la consideraban la candidata ideal. Por ello, su asistencia al enlace de Haakon y Mette-Marit, en el que iba a coincidir con su ‘suegra’, parecía el golpe definitivo que buscaba Felipe para que su novia fuera aceptada.

De una boda sale otra boda, pensaría un enamorado Felipe soñando que su futuro fuera como el de su colega noruego, quien había tenido que pasar por muchas dificultades hasta que por fin pudo casarse con Mette-Marit. Aunque en este caso no pudo estar más equivocado, y de una boda nació el principio de una ruptura.

Eva Sannum tenía que pasar la prueba de fuego no solo ante toda la realeza, también ante todos los medios que tenían su foco en ella. Seguro que durante mucho tiempo ensayó una perfecta puesta en escena, pero la joven no midió hasta qué punto la realeza de entonces vivía todavía con unos protocolos y tradiciones muy conservadoras que solo se rompieron con la llegada de la nueva generación de royals consortes, con la propia  Mette-Marit a la cabeza.

Un vestido espectacular que no fue una buena elección

Sannum hizo su espectacular aparición en la catedral de Oslo como una radiante princesa adelantada a su tiempo. Lo hizo de azul, quizás un intencionado guiño al color royal Borbón, pero con un vestido que rompía con todos los cánones que se esperaban entonces para la prometida plebeya de un príncipe.

Un diseño largo, como dictaba el protocolo de la boda, en raso de seda con cuello halter del que nacía un pronunciadísimo escote en uve, con la espalda al aire cruzada con dos finos cordones y falda de vuelo. Para cumplir con las normas de una celebración religiosa, en la catedral se cubrió con un chal a juego y unos guantes hasta los codos, también en el mismo tono, que combinaban con el bolso saco de pedrería.

Una presencia impresionante, que, sin embargo, resultó muy inapropiada para una gran sector de la prensa y la sociedad. Excesiva piel a la vista para la futura reina consorte de España pensaron muchos. La realidad es que eran otros tiempos.

La diseñadora del vestido, Nora Farah, defendió su creación asegurando: "Era muy apropiado y realzaba la personalidad de Eva, que es muy fresca, natural, con un gran componente deportivo". No todos pensaron lo mismo.

La perfecta elección de la Reina Sofía  de Valentino

Para afear todavía más la elección de Sannum, en ese momento se hizo hincapié en la perfecta elección de Doña Sofía. La madre de Felipe había optado por un vestido gris perla de la colección de Alta Costura Primavera-Verano 1998 de Valentino, confeccionado en gasa con detalles bordados de pedrería,  al que se le había añadido, a petición de la soberana, unas mangas y un cuello más cerrado que el que se presentó en la pasarela, para hacerlo más adecuado al estilo de la Reina.

Unos estilismos que fueron la cara y la cruz y que sirvieron para afianzar la opinión de aquellos que pensaban que Eva Sannum no estaba preparada para el papel de reina consorte.

Una traicionera copa en la mano

Pero no solo la elección estilística jugó ese día en contra de Sannum. Durante la celebración del banquete tuvo otro ‘desliz’ que fue duramente criticado.

En la ceremonia religiosa el protocolo mantuvo a la pareja separada. El Príncipe Felipe, sentado en los primeros bancos con su madre, y Eva en la parte de atrás del templo. Sin embargo, cuando llegó el banquete los enamorados ya pudieron por fin juntarse y disfrutar de la fiesta.

Fue entonces, durante el baile nupcial, cuando se les fotografió sonrientes y cómplices. ¿El nuevo problema? Que Eva sujetaba en sus manos una copa de coñac (parece que el Príncipe también otra en sus manos pero la cabeza de un invitado la tapaba en la foto).

De nuevo otro punto negativo más para la noruega.

A partir de ese momento las críticas a la figura de Sannun fueron todavía más furibundas. Incluso se asegura que a la Reina Sofía también le disgustó la actuación de la novia de su hijo... Y comenzó el principio del fin.

El entonces Príncipe Felipe anunció la ruptura

Cuatro meses después el entonces Príncipe Felipe dio a conocer la dolorosa noticia, que le dejó destrozado.

Aprovechó la visita de los periodista especialista en la información de la Casa Real al Palacio de la Zarzuela por Navidad para soltar la bomba: "Sabía que estabais aquí y he venido a saludaros y a contaros que Eva y yo hemos decidido acabar con nuestra relación. Por razones estrictamente personales y particulares, cada uno seguirá su camino en la vida. La decisión ha sido tomada libremente de mutuo acuerdo".

El Príncipe, que hasta entonces nunca se había referido públicamente a Sannum quiso poner de relieve las muchas virtudes de la que había sido su novia durante los últimos cuatro años: "Espero que Eva y yo sigamos siendo amigos. Sus cualidades son numerosas y quiero destacar algunas: su fortaleza, dignidad, sensibilidad, capacidad de superación. Su sentido y determinación para llegar a la excelencia de lo que se propone siempre me ha impresionado. Y no sigo porque no dejaría de hablar".

Eva Sannum y el recuerdo de Felipe

Tras anunciarse su ruptura, Eva volvió a su país y dejó atrás sus años  con el entonces príncipe sin rencor y guardándole un gran cariño, incluso en las pocas declaraciones que pronunció en aquel entonces aseguró que iban a seguir siendo amigos.

Se habían conocido en 1997 gracias a uno de los amigos del Príncipe, Carlos Mundi, que entonces tenía una agencia de modelos en la que Eva hacía sus pinitos mientras estudiaba en Madrid.

Y en la pandilla de amigos del entonces Príncipe se integró perfectamente, pasando juntos días en las casa que los hermanos Fuster (que protegían a su amigo en este noviazgo)  tienen en el pantano de San Juan de Madrid o con viajes a la India. 

Publicista y feliz madre de familia

El resto ya es historia. Ambos han formado familias felices y de esos tiempos solo queda un bonito recuerdo.

Eva es hoy una reconocida publicista y consultora de comunicación. Vive en un palacete del siglo XIX valorado en más de un millón y medio de euros en el barrio Fagergorg de Oslo junto a su pareja, el también publicista Torgier Vierdal, y sus dos hijos.

La noruega no se olvida de nuestro país y toda la familia es una enamorada de las islas baleares, que visitan con frecuencia durante las vacaciones de verano

Ni siquiera el famoso vestido ha sobrevivido. Eva aseguró que años después se lo dejó a una amiga para una fiesta en Estambul y que nunca se lo devolvió. 

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