LA HISTORIA DETRáS DEL COLLAR MáS ENIGMáTICO DE LA REINA SOFíA QUE REPARTIRá ENTRE LAS MUJERES DE SU FAMILIA

Durante toda su vida la emérita ha sido una auténtica enamorada de las joyas, tanto de las de metales y piedras de primera ley como de todo tipo de bisuterías. Es muy común verla ataviada con mil abalorios en el cuello y las muñecas. Siempre lleva largos collares llenos de adornos y pulseras sobre pulseras. Su gusto por lo esotérico también se deja entrever en la elección de las alhajas que luce ya que suele lucir distintos tipos de boncuk o nazar, el típico ojo griego para la buena suerte y la protección del mal de ojo.

Ya su madre, la reina Federica, fue una gran coleccionista de joyas, aunque algunas de ellas las tuvo que vender cuando las cosas se pusieron feas y se vieron obligados a exiliarse. Pero de entre todas las joyas y alhajas de bisutería de la Reina Sofía hay una que guarda un especial significado y cuya puesta se ha convertido para la emérita en todo un ritual.

Una mujer de fuertes creencias

La joven princesa Sofía fue educada en la religión ortodoxa, la mayoritaria en su Grecia natal. Más tarde adoptaría la fe católica por matrimonio, pero además de sus creencias religiosas en ella conviven otro tipo de creencias que lleva arraigadas en su ser y le son intrínsecas. Al igual que su madre y su hermana, la reina Sofía cree en otro tipo de fuerzas esotéricas, siente fascinación por las runas y las piedras de Ica, las líneas de Nazca, la coexistenciade vivos y muertos y consideran un hecho probado que al morir nos reencarnamos en cualquier ser vivo.

Como contó Pilar Eyre en ‘La soledad de la reina’ (2012, La esfera de los libros) Federica, la madre de la emérita, creía que su marido se reencarnaría en un pájaro a su muerte, abrazando este tipo de creencias y una relación personal con un gurú vivió unos años en un áshram en la India. Sofía es una ferviente practicante de las religiones que profesa y uno de los puntos de unión de la fe católica y la ortodoxa es la celebración de la pascua. En Grecia la celebración de la pascua es una ocasión para juntar a la familia y celebrar la resurrección de Cristo al grito de ¡Cristos anestis! (Cristo ha resucitado). Para la emérita esta celebración es muy importante desde que era pequeña y ahora mantiene una tradición cada domingo de resurrección que va acompañada del uso de una pieza de su joyero tan estrafalaria como especial.

La joya que no falta ningún domingo de pascua

En los tiempos de la Rusia Imperial de los zares un joyero se hizo famoso en la corte por satisfacer los deseos del zar Nicolás de crear piezas exclusivas y con toda profusión de piedras preciosas con las que agasajar a su mujer la zarina Alejandra, este joyero era Peter Carl Fabergé. El joyero del Zar ideó unas exclusivas piezas con las que sorprendió a la zarina, se trataban de unos huevos ornamentales adornados con todo tipo de piedras preciosas. Algunos eran cajas de música, otros joyeros y otros relojes. Fabergé creó más de cincuenta piezas de sus famosos huevos, cada una única y diferente de las cuales hoy en día hay localizadas algo más de cuarenta.

Esta imaginería, ligada a la celebración ortodoxa de la pascua fue tuvo mucho éxito entre las familias más pudientes de la época y también le surgieron imitadores. Sofía posee en su joyero un largo collar que cuenta con más de cuarenta amuletos colgantes con forma de huevo Fabergé y que imitan las exclusivas joyas del orfebre de los Romanov. El collar, que puede dar varias vueltas al cuello, ha ido creciendo con los años ya que por cada ocasión especial Juan Carlos le regalaba un nuevo huevo que añadir a la joya. Por cada nacimiento, por cada aniversario, por cada cumpleaños, siempre el collar iba creciendo. Algunas piezas provienen de anticuarios, otras han sido creadas exclusivamente para ella. Este original collar es el que Sofía luce cada domingo de pascua.

La intención de la emérita con el collar de los Fabergé

Esta pieza es tan especial para la reina Sofía que tiene pensado qué quiere que se haga con ella el día que ella ya no esté. Ya que la pieza es convertible y puede lucirse como collar, como pulsera o cada uno de los amuletos huevo por separado, su deseo es que el día que ella falte sea repartida a partes iguales entre las siete mujeres de su familia directa: sus hijas Elena y Cristina, sus nietas Victoria Federica, Irene, Leonor y Sofía y su nueva la reina Letizia. De hecho, sus hijas en alguna ocasión han lucido algunos de los huevos en pulseras coincidiendo también con la celebración de la pascua.

Este deseo de la emérita podría no ser del gusto de la reina Letizia, como pasa muchas veces entre ellas. Entre las muchas piezas que conforman el joyero real de Letizia hay un huevo estiló Fabergé para lucir como colgante hecho en oro blanco y diamantes que recibió como regalo de bodas y que veinte años después nunca ha lucido, quizás porque no sea de su estilo o quizás porque simplemente no sé ve con huevos de pascua al cuello como su suegra.

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