EL TESTIMONIO DE OTRA VíCTIMA DE ACOSO SEXUAL DE PEDRO BRIEGER: "NO FRENó NI CUANDO ME PARALICé"

Marcela Perelman, docente y directora del área de investigación del CELS, reveló que también fue víctima de acoso sexual por parte del reconocido periodista de temas internacionales Pedro Brieger y reflexionó: “Todavía no sabemos qué hacer frente al abuso”. El tema surgió a partir de una investigación publicada el 23 de junio que contenía el testimonio de cinco mujeres, pero ya se conocieron diez. Este lunes la docente se sumó a la lista y advirtió: “No hay que distraerse con epopeyas. Ya habíamos acordado esto: el abuso de poder y el acoso sexual son transversales a ideologías y clases”.

“Cuando baja la espuma del escándalo llega la hora de hacernos las preguntas más importantes”, anunció Perelman en su nota con firma en la revista Crisis. Allí, detalla que el episodio de acoso y abuso de autoridad de Brieger ocurrió en 2001 y, por comprender que sus únicas dos opciones —cuando revisitó lo que vivió con la ola de “Me too” en 2017— eran pensar que “había prescripto (soltar) o buscar un castigo (escrachar)”, por lo que “primó la idea de no pasarme de punitiva (cancelar)”. Así, mantuvo su experiencia en la esfera de lo privado y decidió que sólo hablaría “si otra mujer contaba algo así de él”.

En ese marco, postuló que “desconocía su total falta de reconocimiento y la continuidad de su conducta. La trampa es que finalmente no hice nada, tampoco solté y ahora sabemos que siguió pasando de todo”. Por eso apuntó también contra la premisa del secreto a voces, incluyendo a los varones que conocían el comportamiento de Brieger, porque la ética de no exponer a las víctimas (definida por la autora como “silencios alimentados en la confidencialidad y las buenas intenciones” que “pretenden proteger a una mujer”) “tiene como efecto la protección indirecta de quien ejerció —y puede seguir ejerciendo— abusos”.

La reflexión viene acompañada de una serie de interrogantes: “¿Se soluciona con que cada una cargue el peso de activar un protocolo en su lugar de trabajo? Cuando la conducta es serial: ¿cuál es la alternativa no penal-punitiva y no de escrache en redes? ¿Cuánto tiempo y trabajo debe dedicar una por haberse visto enredada en un hecho así? ¿Cuánta exposición? ¿Cómo deberían actuar los que no dijeron nada, pensando que así cuidaban y no exponían a sus compañeras? ¿Cuál es el protocolo para la mayoría que trabaja en formas precarias e informales, fuera de las instituciones?”, indagó Perelman.

“No ser punitivas no implica solo aborrecer ese sistema de castigos sino también la centralidad en ‘las víctimas’. No se trata de abandonar el cuidado para no revictimizar, sino de poder pensar las relaciones y las responsabilidades en un grupo o ámbito de un modo descentrado de los vínculos bilaterales, del uno a una. Una mejor protección para todos y todas sería una relación entre pares en la que los abusos —y su reiteración acrítica— sean tan reprochables que retirarse en silencio no sea la opción éticamente preferida”, concluyó la investigadora.

“En un momento histórico arrasador, donde todas las conquistas feministas están en la mira, tenemos aún muchas vacancias que derivan en formas de debilidad política, propias de ámbitos que no encuentran la manera efectiva de tramitar estos hechos, de avanzar sobre las contradicciones y de cuidar a sus integrantes”, cerró Marcela Perelman.

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Perelman advirtió que “el escándalo cayó en la grieta” y criticó a quienes “tratan de aprovecharlo”

La víctima de abuso señaló en su nota que “el escándalo cayó en la grieta, y es patético ver cómo otros tratan de aprovecharlo para meter sus cucharas macartistas. Peor aún, algunos varones que también son conocidos acosadores siguen tratando de extraer likes de la experiencia de las mujeres”. “Es ridículo también mezclar esta historia con las banderas de medio oriente o del ajuste social: no hay que distraerse con epopeyas”, explicó.

“Ya habíamos acordado esto: el abuso de poder y el acoso sexual son transversales a ideologías y clases. La indignación moral también es transversal, como las ganas de identificar afinidades entre ideología y abuso. Hipocresías. Todos sabemos que esto pasa de izquierda a derecha. Y acá el juego a la derecha lo hizo Brieger, no quienes lo padecieron”, insistió.

El testimonio del abuso de Pedro Brieger a Marcela Perelman: “Parálisis y asco”

Marcela Perelman recordó el episodio de acoso que sufrió: “Me auspició para un viaje a Alemania para jóvenes periodistas y yo consultaba su biblioteca y a él para mis trabajos de ciencia política. Ese día me propuso juntarnos para hablar de una propuesta de laburo de investigación. El tipo de trabajo que yo más quería. La conversación se enrareció muy rápido. Nunca llegamos a hablar del proyecto. Todavía me avergüenzo cuando me acuerdo que yo miraba el piso o desenfocaba la vista en lugar de confrontarlo”.

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“Él era veinte años más grande, mi profesor, mentor, me había dado varias oportunidades valiosas, yo quería mucho ese trabajo, se había aprovechado de mi confianza, me había tratado de manipular, no frenó ni cuando me paralicé ni cuando le dije que no me interesaba nada de todo eso”, comentó sobre Brieger.

“Describí y analicé el hecho con detalles y se lo envié en un mail que dice que no me hable nunca más y termina así: ‘De todas las perversiones, la que más horrible me parece es el exhibicionismo en todas sus formas, porque sólo genera en el otro parálisis y asco’. Sentí que con esa frase atacaba su autoerotismo y que me daba el poder de no ser su víctima, sino una amenaza para él”, narró.

Luego, alegó que en el 2017, cuando se replanteó lo que había pasado con Brieger “también circulaba el argumento de que al tratarse de un tipo grande, ‘de otra generación’, podía estar confundido sobre qué es un ‘derecho al levante’ y qué es un acoso, pero esto yo tenía claro que no corría: en lo personal, porque me había tomado el trabajo de explicarle blanco sobre negro todo lo que estaba mal en lo que había pasado conmigo. En lo social, porque no hace falta ser contemporáneo, feminista ni tener marco teórico —cosas de las que además él no carece— para entender que lo que hace está muy mal y fuera de todo parámetro de lo esperable”.

Las acusaciones de abuso sexual contra Pedro Brieger

Un duro testimonio, que indica la naturaleza del abuso que ejecutaba Brieger sobre sus compañeras de trabajo, fue el de Cecilia Guardati, quien en 2008 se desempeñaba en la agencia Télam y viajó a Túnez a cubrir una gira de la entonces presidenta Cristina Kirchner. “Yo subí, con la computadora en la mano, a dejarle el audio como favor de colega. Al llegar a su habitación, veo que tenía la puerta entreabierta. Me lo encuentro a Brieger desnudo, recostado sobre el respaldo de la cama, hablándome y tapándose con una sábana, masturbándose mientras me hablaba. No recuerdo cuánto tiempo me quedé ahí ni lo que me dijo. Me fui y nunca más le volví a hablar”, denunció.

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Los cinco testimonios publicados por el periodista Alejandro Alfie señalan que Pedro Brieger las acosó de diferentes maneras, entre 1994 y 2019. Las denuncias incluyen a Cecilia Guardati; a Agustina Kämpfer; a Leticia Martínez (que originalmente decidió permanecer anónima); una columnista de género de su propio programa de radio y una secretaria de la Universidad de Belgrano. Si bien ninguna presentó una denuncia ante la Justicia, ya son al menos diez las mujeres que estudian una presentación colectiva y pública del caso.

Desde que el caso se hizo conocido, Brieger, que se desempeñaba en el canal C5N, en Radio 10 y La Red, fue suspendido de sus participaciones como especialista de internacionales. “Hasta ahora no hay ninguna denuncia judicial presentada contra Pedro Brieger, pero ya se sabe, debería saberse, que quienes afrontaron episodios del tipo de los esparcidos hablan cuando pueden. Estamos hechos mierda de los trascendidos de quienes pudieron hablar ahora”, dijo el periodista Eduardo Aliverti en su programa Marca de Radio, de La Red. “El repudio es insoslayable”, estableció.

 

ML / ED

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