LA INEVITABLE FRACTURA ENTRE MILEI Y MACRI

“No paran de boludearnos, Javier”. Pese a los intentos desesperados de la prensa paraoficial por endulzar el tono de la cena de “reconciliación” entre Javier Milei y Mauricio Macri del miércoles en Olivos, como si tuvieran pánico ante el posible divorcio de la pareja, la charla de casi dos horas abundó en reproches. Mutuos.

Las novedades políticas del día siguiente y las reacciones posteriores solo ratificaron que ese encuentro –el tercero en tres semanas– sirvió de poco y cada uno se quedó con la sensación de que el interlocutor está lejos de ser confiable.

Repasemos el encadenamiento de hechos que desembocaron en la peor semana política para el Gobierno y la mayor crisis en el vínculo con el PRO, su hasta ahora aliado incondicional. El escenario excluyente fue el Congreso, donde LLA paga caro su desinterés o mala praxis en la construcción electoral extrapresidencial 2023.

Tras innumerables dilaciones, el martes se conformó la comisión bicameral de seguimiento y control de las actividades de inteligencia, y fue elegido Martín Lousteau para presidirla. El senador radical recibió el voto de una correligionaria y seis de la representación kirchnerista. Los seis restantes, del oficialismo y aliados, quedaron entrampados en sus internas y traiciones.

Originalmente, la vicepresidenta Victoria Villarruel había acordado con el PRO que al frente de esa comisión que controlará el espionaje iba a estar el macrista Martín Goerling. Intervino el asesor premium Santiago Caputo, el cerebro detrás de muchas áreas de gestión y también de la SIDE, y rompió ese pacto para nominar al peronista disidente Edgardo Kueider, que avaló la ley Bases y el paquete fiscal y se ganó el reconocimiento oficial.

La primera línea de interpretación estipula que Lousteau arregló con el kirchnerismo para su unción, en el momento en que el presupuesto de la SIDE, reforzado en $ 100 mil millones, está bajo la lupa. La explicitó el inefable vocero Manuel Adorni, que calificó de kirchnerista al presidente de la UCR.

Hay sin embargo una segunda lectura, menos explorada. Viendo que la candidatura de Kueider se desinflaba, Caputo habría dado su OK para el mal menor: cualquiera menos alguien que fuera auspiciado por Macri. Y peor aún si lo había acordado con Villarruel.

No se trata de una mera especulación. Días antes, dirigentes radicales porteños muy cercanos a Lousteau señalaban que lo de la bicameral estaba “todo cocinado”. Tenía sentido. Cuadros vinculados a la UCR participan de la actual gestión de los “servicios”, como el secretario de Asuntos Estratégicos de la Jefatura de Gabinete, José Luis Vila, o la “Señora 8” de la SIDE, María Laura Gnas (quien días atrás hizo una reservada visita a Rosario).

Acaso estos arreglos estén vinculados a otra negociación más amplia, que también exaspera a Macri y a varios de sus amigos o socios (en la política, claro). Se trata del posible apoyo del radicalismo en el Senado a la propuesta de Milei para que el controvertido juez federal Ariel Lijo llegue a la Corte Suprema. En ese tema queda además de lado el prurito libertario con el kirchnerismo.

Al tanto de estos trapicheos, horas después de la elección de Lousteau al frente de la bicameral de inteligencia, Macri bajó la orden a sus diputados para que dieran quórum y rechazaran por primera vez una iniciativa que iba a afectar al Gobierno, el DNU que amplió los fondos reservados para la SIDE. Salvo un puñado de bullrichistas, el resto del PRO acompañó a la oposición en una votación abrumadora.

Para argumentar su posición, la fuerza que preside Macri emitió un comunicado en el que decidió disputarle a Milei quién representa el cambio, algo que nunca había sucedido en el último año, cuando quedó consagrado quiénes iban al ballottage presidencial. El título fue elocuente: “Esto no es el cambio”. Lo podrían repetir si Lijo consigue –como cree– el ascenso a la Corte.

Esa noche, mientras el Presidente invitaba a Macri a comer milanesas con ensalada a la quinta de Olivos, la jauría digital libertaria bramaba contra el exmandatario. El PRO, y el resto de la oposición, sospecha que mucho de ese salvajismo es financiado por fondos reservados de la SIDE. Debe ser casualidad que algunos de esos activistas que pueden ser funcionarios o no, como Daniel Parisini (alias GordoDan), hayan estado como invitados a la asunción de las nuevas autoridades del espionaje vernáculo, en el bello palacio porteño de Libertad al 1200, sede de la Escuela Nacional de Inteligencia.

Entre los pases de factura, Macri le mencionó a Milei este hostigamiento en redes, del que responsabiliza a Caputo. El joven asesor, ausente unos días de la escena por vacaciones, es el blanco predilecto del expresidente. Lo culpa, obviamente, por la desprolijidad de dictar el DNU de los $ 100 mil millones para la SIDE. “No paran de boludearnos, Javier”, repitió Macri en más de una ocasión.

El día siguiente fue peor. Con el respaldo del PRO, el Senado ratificó la decisión de Diputados de cambiar el cálculo de la movilidad jubilatoria para otorgarles más aumentos. Ahí rugieron Milei y todo el Gobierno, quienes ratificaron que habrá veto en nombre de la estabilidad fiscal, lo que obligaría al Congreso a conseguir dos tercios para imponerla definitivamente como ley.

Las diatribas libertarias contra Macri se exacerbaron como nunca antes. Lo que lo obligó a postear que estaba en desacuerdo con lo que habían votado los senadores PRO y coincidía en que la norma debía ser vetada.

La aclaración macrista no pareció hacer mella en Milei, quien decidió plantear en dos entrevistas sus objeciones. Respecto a las jubilaciones, le facturó que sus senadores no hicieron lo que él dice: “O no maneja la tropa o la tropa no entiende el daño que está haciendo”. Y sobre el rechazo al DNU de la SIDE, sostuvo que las explicaciones de Macri no le resultaron satisfactorias.

Hubo otro mensaje presidencial inequívoco frente a los cuestionamientos privados y públicos de Macri (y no solo de él) a su entorno, la hermanísima Karina y el asesor Caputo. “Somos un triángulo de hierro”, sentenció.

La ministra Patricia Bullrich aprovechó la caída en desgracia de su enemigo íntimo amarillo, para explicitar que “está mal” mandar a votar a los senadores un aumento jubilatorio y luego decir que se está en contra. “Basta de especular”, clamó la excandidata presidencial de Macri. Quienes ocupan las bancas PRO en la Cámara alta le replicaron a ella, a Macri y a Milei, con el argumento de que no los maneja nadie. ¿Tampoco sus gobernadores? Complejidades conducentes.

Macri asume con dificultad la limitación de la hora: Milei absorbe gran parte del respaldo ciudadano PRO. Por eso presiona hacia acuerdos más amplios –ejecutivos, legislativos, con gobernadores e intendentes– que le abran una injerencia mayor. No es lo que quiere Milei. Y menos las otras puntas del triángulo de hierro, Karina y Caputo. Si alguien no baja un cambio, la fractura será inevitable.

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