“NUESTRAS PELíCULAS COMPITEN CON UN CINE DE MILLONES DE DóLARES”

Su rostro como su apellido, Fonzi, se asocia inmediatamente a la actuación, pero la mayor de los tres hermanos –Tomás y Diego- es Dolores, y es quien debuta como directora con su ópera prima Blondi. El film llega a los cines desde el 1 de junio y más tarde pasará a ser parte de la oferta de Prime Video. En el último Bafici, donde vio su estreno nacional, recibió el premio al elenco por Mejor Actuación (en el marco de la Competencia Oficial) y a la Mejor Directora Argentina entre todas las competencias oficiales (Premio Género DAC). A la hora de está película, asumió junto a Laura Paredes la tarea de escribir el guión y ella misma encabeza el elenco junto a Carla Peterson, Rita Cortese, Leonardo Sbaraglia y Toto Rovito.

—La filmaste el 2022, pero ¿cómo armaste tu ópera prima?

—El guión se gestó primero con Santiago Mitre, luego de haber leído una novela donde prevalecía la imagen de la relación de una madre con su hijo. Me dieron ganas de trabajar sobre esa idea, fue él quien me propuso que coescribiera con Laura Paredes, a quien admiro y es mi amiga. Empezamos a trabajar en el 2017. Buscamos que fuera una comedia, porque me sentía más resguardada. El guión tuvo mil instancias, fue mutando hasta convertirse en lo que es. Se plasmó finalmente en el rodaje. No improvisamos, sino que se tocaba lo que había que asentar en el momento de la escena.

—¿Tenias en claro el tono de comedia?

—Me gusta reírme de la realidad, de mí y de los demás y eso te lo permite la comedia. Por ahora es la única manera de comunicarme. Creo que es liviana pero no tanto, siento que toca muchos temas, pero no teoriza, sino que los plantea. La película se parece a mi ideal. Tomarte en serio la vida pero no padecerla, ya que al final de cuentas nos vamos a morir. No me propuse divertir, sino que trabajé el material de a poco. Todo fue muy artesanal. Me representa. No se puede hacer una película pensando en cómo la va a recepcionar la gente. Pienso en lo que me gusta a mí. 

—¿Cómo elegiste los lugares: Luján y la provincia de San Luis?

—Las locaciones tienen mucho que ver con lo que se puede en el momento de la filmación. Hay que adaptarse y sumás lo que querés y buscás. Luján fue el único hotel que teníamos cerca para poder rodar algunas semanas. San Luis apareció de la mano de Rita (Cortese), ya que conocía a alguien de la Secretaría de Cultura de la provincia y nos facilitó. La casa donde vive mi protagonista con su hijo la encontramos en el barrio de Liniers: me gustó esa esquina con su balcón. 

—¿Dudaste hasta conformar a esa familia ficcional?

—No. Toto Rovito, quien hace de Mirko -mi hijo- es nieto de Bárbara Mujica y Gabriel Rovito, e hijo de Pablo, productor de cine. Lo conocí durante el rodaje de Argentina 1985 y me gustó que fuera muy distinto físicamente a mí, para que el espectador pensara cómo hubiera sido el padre. A Carla (Peterson) la conozco desde Verano del 98 y siempre la tuve como posibilidad para que encarnara a mi hermana. Y Rita (Cortese) además de gran actriz me resultaba “la” madre, no tuve dudas. 

—Entre los agradecimientos figuran desde Carolina Fal, el Colectivo Actrices Argentinas hasta el Gauchito Gil: ¿por qué?

—Con Carolina (Fal) somos amigas hace muchos años e incluso soy la madrina de su hija mayor. Siempre me acompaña, la vio y le gustó. Ella es parte de mi primera adultez, mi referente. Para mí haber encontrado a Actrices Argentinas fue como un refugio muy importante. Les agradezco a todas. Algunas ya vieron la película. Ellas entienden y te acompañan, es tener un círculo de pertenencia, le ponen el cuerpo, lo que nadie hace. Es la productora, La Unión de los Ríos con Agustina Llambi Campbell quienes siempre le agradecen al Gauchito Gil, también figura en La patota y en Argentina 1985.

—¿Cuánto de tu personalidad hay en esta protagonista?

—No es autobiográfico, pero sí autoreferencial. Por ejemplo, el poema de Gustavo Adolfo Bécquer que recita Rita al nieto siempre me lo decía mi abuela. Hay una escena en la que se habla de “diamante” y se juega con los nombres largos: es algo que hago con mi hija…

—La película La patota: ¿fue un antes y un después en tu carrera?

—Totalmente. Porque a mí me pasó algo con la maternidad. Tuve dos hijos muy seguidos, por lo cual estuve casi sin trabajar y criándolos. Cuando apareció la posibilidad de filmar La patota fue un bálsamo, poder volver a la actuación, embarrarme en una historia, leer muchos libros y entrar a ese mundo. Sentí que al haber sido madre, ya no tenía nada que perder. Me sentía más plantada en la vida. La maternidad para mí fue fuertísima. Hoy mi hijo Lázaro tiene 14 y Libertad 12 años.  

—Hace poco Blondi se presentó en el Bafici: ¿qué balance hacés?

—Fue hermoso. Primero sentí alivio, ya que la mirada externa fue aprobatoria. La película me protege. Siento que hacer cine es un acto colectivo. Es imposible filmar sin un equipo de gente. La protagonista – Blondi- no se aleja de los otros, por el contrario. Me da orgullo esta película, siento que todo lo que di para hacerla está volviendo. Me parece que salió bastante bien y que permite traer temas sobre una mesa. 

—¿En esta ficción cuánto hay de tu propia relación con tus hermanos?

—Cuando los vínculos son tan íntimos como los que se dan entre hermanos te permite una flexibilidad que pasás de la máxima tranquilidad a exacerbarte, o sea de cero a mil. Creo que pasa con todos los hermanos, nunca quedás resentida. Te podés pelear, discutir, criticar, pero cuando tenés que estar, ahí estás. 

—¿Cómo recepcionaste el dictamen sobre el juicio de Thelma Fardin contra Juan Darthés?

—No me lo esperaba, pero no me sorprende. La justicia es bastante injusta por lo general. Era de esperarse, nunca salen las cosas bien. Las estadísticas nos dicen que esto sucede en los casos de denuncia de abuso y de acoso. Confío en Thelma, es una persona que trabaja, reflexiona, piensa y no para. Lo que hace no es sólo por ella, sino por todas las que vienen detrás. La admiro y la acompaño como puedo. Ojalá que se haga justicia.

—¿Qué proyectás después de este estreno?

—Dirigir es difícil, tenés que sostener una idea en el tiempo. Voy a ver qué pasa con el estreno, después ver un guión…Me gusta que la gente la vea en el cine, para que tenga el mayor acceso.

—¿A qué reflexión te lleva actual la situación del INCAA?

—Estamos en problemas. Hace bastante tiempo que venimos mal. De hecho mi película no se hubiera podido filmar durante el macrismo, ya que la Ley de óperas primas la sacó y tenías que presentarte a un concurso. Como que se había mercantilizado el tema de los subsidios y se lo daban sólo a las películas que podían ser grandes, o sea, un negocio. Debemos dejar de escatimar y no ningunear a la cultura. Es terrible que se someta al cine, cuando se paga solo. Se debe pensar en el bien común. Nuestras películas compiten con un cine de millones de dólares.

 

Entre la cocina y la música: siempre la actuación 

El cine no sólo entusiasma a Dolores Fonzi como creadora y protagonista de ficciones sino también como espectadora. Le dejó un sabor dulce su participación en la película Distancia de rescate sobre la novela de la escritora argentina Samanta Schweblin que dirigió la peruana Claudia Llosa. Todavía se la puede ver en la plataforma de Netflix junto a María Valverde y Germán Palacio.

En tiempos pandémicos se conoció la otra cara de los Fonzi: el arte culinario. Tanto su hermano Tomás, como las esporádicas apariciones de su madre, en Master Chef lo confirmaron. Dolores reflexiona: “Cuando se tienen hijos, para mí la cocina es una carrera contra el tiempo, más teniendo en cuenta la salud. Santiago (Mitre, su pareja) cocina mucho más que yo, hace asados y fuegos. Vengo de una familia que todos cocinan. También nos une mucho la música, en un momento quisimos tener una banda los tres pero no lo logramos”.

Recuerda a quien fue su gran maestro: Carlos Gandolfo y subraya: “Tuve profesores de teatro, pero él fue el definitivo. Siempre decía que buscaba hacer actores particulares. Sus clases eran muy movilizantes. Fue un despertar en la actuación. Era un profesor increíble”.

“Me gusta trabajar con amigos y tener tiempo libre. El ocio para inspirarme. No tengo grandes pretensiones. Quisiera trabajar con Lucrecia Martel, con quien nunca filmé. Cuando crecés aprendés a ser feliz con lo que tenés. Mientras filmaba Blondi fui feliz todo el tiempo. Disfruto de las pequeñas cosas de la vida. Tengo dos hijos, dos perros, dos gatos y dos peces. Me gusta cuidar”, concluye.

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