El 14 de abril de 2025, Katy Perry abandonó la Tierra por unos minutos. A bordo de una cápsula de Blue Origin, el ícono del pop participó en un vuelo suborbital exclusivamente femenino, el primero en más de sesenta años. Si bien el acontecimiento despertó fascinación y curiosidad, no estuvo exento de críticas, sobre todo por su huella ecológica. ¿Qué revela este viaje relámpago sobre las ambiciones del turismo espacial y sus contradicciones?
Organizado por Blue Origin, la compañía espacial fundada por Jeff Bezos, este undécimo vuelo suborbital tripulado reunió a seis mujeres con perfiles tan diversos como destacados. Además de Katy Perry, la tripulación incluyó a Lauren Sánchez, periodista y socia de Jeff Bezos; Gayle King, presentadora de televisión; Aisha Bowe, ex ingeniera de la NASA; Amanda Nguyen, activista por los derechos de las mujeres; y Kerianne Flynn, productora de cine.
La misión tuvo un fuerte significado simbólico: fue el primer vuelo espacial exclusivamente femenino desde el de la cosmonauta soviética Valentina Tereshkova en 1963. Una manera para Blue Origin de "hacer historia y al mismo tiempo destacar la inclusión, en un campo históricamente dominado por hombres" .
El vuelo, realizado por el cohete New Shepard, duró poco más de 11 minutos. Después de un despegue vertical desde el oeste de Texas, la cápsula pasó la Línea Karman, ubicada a una altitud de 100 kilómetros y considerada el límite simbólico del espacio. Por unos instantes, los pasajeros pudieron experimentar la ingravidez y observar la curvatura de la Tierra antes de que la cápsula descendiera, frenada por paracaídas y un retropropulsor.
A su regreso, Katy Perry no ocultó su emoción. "Ir al espacio fue increíble", dijo a los periodistas. El artista incluso interpretó "What a Wonderful World" durante el vuelo, un guiño a la belleza del mundo visto desde el espacio. Ella describió la experiencia como "elevadora", evocando un sentimiento de dejarse llevar. "Lo más importante no soy yo. Es crear espacio para las próximas mujeres", añadió.
En varias entrevistas, especialmente con la revista ELLE , la cantante explicó que esta aventura también tuvo un significado personal. Dijo que quería inspirar a su hija Daisy y animarla a creer en sus sueños. Antes del despegue, dijo que vio señales con el nombre y la forma de la cápsula, apodada Tortuga, como los apodos que le ponía su madre. Al aterrizar, besó simbólicamente el suelo, sosteniendo una margarita.
Sin embargo, este vuelo poético no oculta la realidad: a pesar de su impacto emocional, este vuelo sigue reservado a una élite adinerada. Aunque Perry ha indicado que fue invitada por Blue Origin, el costo estándar de un viaje de este tipo estaría entre 1,2 y 1,3 millones de dólares por persona, según varios expertos de la industria. Suficiente para alimentar los debates sobre la accesibilidad y la legitimidad del turismo espacial.
Más allá de la hazaña técnica y mediática, este vuelo fue fuertemente criticado por su impacto ambiental. Según el economista Lucas Chancel, cada pasajero de este tipo de vuelos genera aproximadamente 429 toneladas de CO2, cifra que representa casi 200 veces la huella de carbono anual recomendada por el IPCC para cumplir con el Acuerdo de París.
Los datos han alimentado una ola de indignación en las redes sociales. Celebridades como Emily Ratajkowski, Olivia Wilde y Olivia Munn han expresado su desacuerdo con lo que consideran una muestra de egoísmo desconectado de las emergencias ecológicas actuales. "Mira el estado del mundo. ¿Qué vas a hacer allá arriba para mejorarlo aquí abajo?" , lanzó Olivia Munn.
Las críticas se extienden al propio modelo de Blue Origin, que, a pesar de afirmar utilizar combustibles "limpios" y apostar por la reutilización de equipos, no ha conseguido convencer a los observadores más sensibles a las cuestiones climáticas.
Detrás de la cobertura mediática del vuelo se esconde una estrategia de comunicación cuidadosamente planificada. Al incorporar a bordo a personalidades conocidas, Blue Origin pretende hacer que el turismo espacial sea deseable, incluso legítimo. El ángulo “femenino e inclusivo” responde a una expectativa social, al tiempo que nos hace olvidar –al menos temporalmente– los límites éticos, ecológicos y sociales de esta nueva frontera del lujo.
El caso de Katy Perry encarna estas paradojas: una estrella carismática, portadora de un mensaje de esperanza, pero también un escaparate de un mundo donde el acceso al espacio sigue siendo un asunto de multimillonarios y privilegiados.
El viaje espacial de Katy Perry reunió todos los ingredientes de un cuento moderno: una mujer famosa, un sueño de infancia hecho realidad, una tripulación compuesta exclusivamente por mujeres y tecnología futurista. Pero más allá de las imágenes espectaculares y las emociones sinceras, este vuelo plantea interrogantes. ¿Podemos celebrar la conquista del espacio sin cuestionar sus consecuencias aquí en la Tierra? ¿Quién es dueño de las estrellas y a qué precio las alcanzaremos mañana?
2025-04-15T11:24:07Z