LOS "MODERADOS" DE MILEI: EL ESPERANZADO RESILIENTE Y EL QUE DUDA DE QUE EL SACRIFICIO VALGA LA PENA

¿Y si el sacrificio no vale la pena? ¿Y si al final Javier Milei es “más de lo mismo”? ¿Cuánto tiempo estamos dispuestos a esperar para ver “el cambio”? ¿Entonces “la casta” éramos nosotros? Esas son algunas de las preguntas que se plantean en estos días aquellos votantes de La Libertad Avanza a los que los investigadores Esther Solano, Pablo Romá y Thais Pavez llaman “moderados”. Los moderados de Milei no son los ultra, incluso LLA no fue su primera opción de voto. Los moderados son aquellos que a seis meses de iniciada esta administración de Gobierno se debaten entre la esperanza y las dudas. Sí, existen. 

El estudio fue publicado hace unos días por la fundación alemana Friedrich Ebert Stiftung. Solano, Romá y Pavez, los investigadores, escucharon a 24 votantes de La Libertad Avanza –uno por jurisdicción– que terminaron eligiendo al frente de Milei por una combinación de elementos relacionados con la angustia y el hartazgo respecto del pasado reciente, y la necesidad de cambio. Entre los moderados hay dos grupos. Los “esperanzados”, por un lado; y los “ambivalentes” por otro. Lo que tienen en común unos y otros es que están profundamente desencantados con la política tradicional, lo mismo que los emparenta con los ultra mileístas.

La primera opción de los moderados no era LLA, pero terminaron confiando su voto a pesar de no estar de acuerdo con todas sus propuestas. Es un elector “bisagra”. Y es, también, un elector al que LLA prestó atención y terminó ganando. Algo más que los coloca en un lugar de importancia: a diferencia del votante “ultra”, el moderado “suaviza los temas” y “los incorpora al debate público”. ¿Más? Si Milei no los traiciona, se los asegura. Pero es, justamente, la posibilidad de sentirse traicionados lo que los desengancha. O podría desengancharlos del todo. 

En diálogo con elDiarioAR, Esther Solano –doctora en Ciencias Sociales por la Universidad Complutense de Madrid y profesora de la Universidad Federal de São Paulo, Brasil; una estudiosa de las derechas– ofrece pistas para quienes quieran salir “al campo”. ¿Cuál campo? Ese territorio en el que la derecha ultraliberal quiere hacer su batalla: la economía, lo simbólico y el lenguaje. Spoiler para quienes quieran salir a conversar con los moderados. La charla podría arrancar con una pregunta simple, de ciudadano a ciudadano: “Che, ¿cómo te mejoró la vida?”

–¿Por qué les interesó estudiar a los moderados?

–Es un llamado de atención. Te hablo del ejemplo de (Javier)  Milei y de otros ejemplos que hemos estudiado. Lo que siempre vemos es que el campo democrático –pero sobre todo el de la izquierda– se fija demasiado en el folklore del radical, como si el radical representase todo el campo general de la votación de estos outsiders. Y eso es un error de evaluación. En el fondo escuchar al moderado es ponerse de cara al abismo y a nuestro propio abismo, incluso. En segundo lugar, porque con el moderado podemos revincularnos porque ya hemos estado vinculados en algún momento. A diferencia del radical, con el que el diálogo o es imposible o está prácticamente bloqueado, con el moderado es posible conversar. Reconectar es una apuesta política importante. Y luego, bueno, tenemos que construir mayorías.

–Las personas entrevistadas,“ los moderados”, refieren que se sienten silenciados o humillados. Pero, ¿quiénes son?

–Lo que tienes es una masa poblacional, anónima, muy silenciosa, ante la que están pasando procesos que son muy profundos. Es el contrapúblico, aquellos que están subordinados al discurso dominante, los silenciados, los humillados por “la casta”, con los que “la casta” se regodea. Son invisibles para el radar de la casta. Ahora, “la casta” es altamente polisémico. Casta es el político, el periodista, el profesor. Y el outsider, como Milei, mira a ese contrapúblico sin victimizarlo. Lo ve en su potencia y encima habla de lo que a ellos les importa. Los empodera, les dice “tú puedes; no el Estado, eres tú el que puede”. Entonces el enfrentamiento es entre la casta que te humilla y te silencia, y el outsider que te ve y te potencia.

"Ahora como que se complicó un poquito. Lo mismo yo quería un cambio, ya era mucho que se venían robando la plata".

Marianela. Catamarqueña, empleada municipal, 40 año.

–Entre ese contrapúblico está el moderado esperanzado y el ambivalente. ¿Qué los une?

–Siempre decimos que en el fondo es la esperanza de los desesperanzados. Es un poco un salto de fe, la última oportunidad. Aquí hay una cosa importante. Se habla mucho del sacrificio, como si el sacrificio no fuera previo a Milei. Pero ya hubo un sacrificio que duró mucho tiempo y que no ha sido elaborado. Por eso hablamos del trauma. Lo que hace Milei ahora es verbalizarlo y darle un sentido al sacrificio, lo identifica como el sacrificio final. El esperanzado entiende que la coyuntura amerita el sacrificio personal, familiar y personal porque sino el país se va a un pozo del que no va a poder salir. 

–De acuerdo al informe, el moderado esperanzado cree que su vida mejorará en el largo plazo. ¿Cuánto tiempo es “largo plazo”?

–Como es un salto de fe tan grande la gente tarda más de lo previsto en perder la esperanza. ¿Por qué? Porque es la última. Si tú sientes que te has equivocado, es la equivocación definitiva. Entonces esta esperanza lleva a un lugar de mayor resistencia, de mayor resiliencia. 

–¿Dado que es lo último, qué es lo que el esperanzado no podría soportar?

–Otra traición más. La doble traición, porque ya se sintió traicionado por el kirchnerismo y ahora -otra vez- por Milei. Es muy difícil encadenar dos traiciones, ¿no? Entonces para mí es el punto que vincula al esperanzado con el outsider. Y por eso le va a dar un poco más de margen. 

Antes se podía vivir tranquilamente, comer carne. Hoy si te enfermás los hospitales no te atiende. ¿Y si esto es un beneficio para los amigos del poder, como hizo Macri?

Mara. Porteña, estudiante, 21 años.

–¿Y el ambivalente, el que votó a LLA y ahora duda?

–El ambivalente es aquel que quizás no ve la consistencia de este sacrificio definitivo, final, último. A lo mejor piensa que necesitamos el cambio, pero tal vez no con esta urgencia, no con esa desesperación de que es el último sacrificio. 

–Ahora, esperanzado y ambivalente están “en espera”. ¿LLA también cambió la percepción del tiempo? 

–Estos outsiders provocan una disrupción temporal. Cuando hablamos de esa comunicación dopamínica que ellos imponen, ese ritmo totalmente acelerado de la comunicación. Ellos comprimen el tiempo, una tiktokización brutal. Y claro, hay una paradoja enorme. Por un lado, tiktokizan el tiempo y eso es muy seductor porque todo el mundo acaba enganchado a ese tiempo, a esa aceleración. Pero por otro lado, ese tiempo es incompatible con el tiempo de la política. Entonces lo que al final acabas viendo es que eso crea como una disociación en el votante que es curiosísima. Está enganchando libidinalmente con ese ritmo frenético al tiempo que ese ritmo frenético no se consigue ver en la política ni en su día a día. Yo veo que el votante moderado se queda un poco… Sin saber muy bien lo que está sucediendo en este nivel de comprensión temporal. Se queda paralizado. Porque lo que pasa se da en un marco interpretativo tan nuevo que la gente está en estado de perplejidad permanente. Entonces a veces le pedimos a este votante que reaccione y muchas veces que ni siquiera puede reaccionar porque no puede elaborar lo que está pasando. Hay que tener paciencia con este votante.

–¿Cómo podemos conversar con este votante moderado?

–Llevar la conversación al terreno de la economía familiar, de lo concreto. Hablar de aspectos subjetivos como hablan ellos, del sacrificio, del sufrimiento, pero llevarlos a la experiencia concreta de la gente. Tocar calle, tocar vida, tocar familia: lo concreto. Porque ahí están las grandes incoherencias de ellos, que prometen mucho pero en el fondo no entregan. Trabajan el simbolismo pero no la entrega concreta. También hay que disputarle los conceptos. Libertad, esperanza, son conceptos que se han hegemonizado pero hay que disputarlos. Y la traición, que es muy importante. 

–¿Por qué la traición? 

–Porque Milei es un fenómeno afectivo. La esperanza es el enganche con Milei. La traición es el desenganche. Si conseguimos poner en evidencia que lo concreto no se cumple… Cuando la gente empieza a percibir que en su cotidiano el sacrificio es en vano, pues realmente es una caída muy fuerte. Y lo mismo con su autenticidad. Si al final es “más de los mismo”, bueno, es otra traición.

VDM/MG

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