VICTORIO D' ALESSANDRO: "LA CONFIANZA ES CLAVE EN TODO, PERO ESPECIALMENTE EN LUGARES DONDE EL FRACASO Y EL PERDER ESTáN A LA VUELTA DE LA ESQUINA"

Imparable. Inquieto. Siempre en la búsqueda. Victorio D’Alessandro, una de las piezas clave de la serie "Cris Miró (Ella)", sigue demostrando su ductilidad y carisma, pero también sus ganas de ir por más y desafiarse a sí mismo. Al éxito de la biopic, el ex "Casi ángeles" le suma la producción de un streaming en Barcelona ("Vermú"), el próximo estreno en Prime Video de "El nuevo novio de Lucía", un unipersonal dirigido por Alejandro Tantanian y su futuro protagónico en la obra teatral "Las cosas maravillosas". 

Sobre su pasado futbolístico, su título de abogado, el barrio, los amigos, sus pasiones, El Planeta Urbano habló con el actor, en una distendida y extensa charla en un café de Villa Urquiza.

–¿El actor le ganó al futbolista o aún sigue esperando su turno en el banco de suplentes?

–Creo que ambos se retroalimentan de alguna manera. Del futbolista, saqué la disciplina y esa competitividad interna de siempre buscar ir más allá, de no conformarme con lo primero que me viene a la mente al tomar decisiones en la construcción de un personaje. Eso también lo aplicaba en lo deportivo. Sin embargo, empecé a inclinarme más hacia la actuación cuando tuve la oportunidad de ir al teatro con frecuencia y de hacer teatro yo mismo. Aunque no fue mucho, lo que hice me abrió un mundo que desconocía.

Me di cuenta de que mi mente se estaba dividiendo en dos, pero el lado más artístico, el más payasesco, estaba ganando terreno. Encontré en las clases de teatro un espacio de diversión y ejercicios sensoriales que me ofrecían una apertura emocional enorme, mucho más de lo que había experimentado en el deporte. Esta apertura me dio el último empujón para darme cuenta de que no solo quería ser actor, sino que necesitaba ser actor. Desde entonces, he aplicado esa misma competitividad conmigo mismo.

–Y en el medio, además del fútbol y la actuación, también estudiaste Derecho.

–La actuación comenzó a tener más relevancia en mi vida cuando empecé en la primera escuela de Augusto Fernandes. Ya venía de estudiar con Patricia Palmer, y recuerdo que tenía clases tres veces por semana, hacía castings durante el día, y ya había dejado de jugar al fútbol. Sentía que quería estudiar algo más, y estaba entre Diseño de Imagen y Sonido, Filosofía y Abogacía.

–¿Y por qué elegiste esa carrera?

–Siempre me gustó la Historia y, de alguna forma, veía el Derecho como una evolución de eso, un reflejo de cómo las leyes moldean la sociedad y la conducta de las personas. Además, mi mamá era escribana, así que estaba familiarizado con ese mundo. Finalmente, me decidí por Derecho porque me atraía la figura del abogado como alguien que investiga, que busca respuestas, casi como un detective. Así que me anoté en la Facultad de la Policía Federal y, mientras estudiaba, trabajaba para mi mamá y también en una barra por la noche.

Luego, llegó el casting para "Casi ángeles" y mi vida dio un giro. Aun así, no quise dejar la facultad y terminé la carrera a distancia. La carrera me dio un montón de herramientas: cómo distribuir mejor el tiempo de estudio, ejercitar la memoria y la posibilidad de leer de todo. El día que Cris [Morena] se enteró, me regalaron un cuadro en la productora que decía “Abogado”. Re lindo.

–En El hincha exploraste el mundo del fútbol, ¿te falta entonces hacer de abogado en la ficción?

Ya lo hice en una serie llamada "Derecho viejo", con Luis Machín, aunque mi personaje no era abogado todavía, sino estudiante de Derecho.

–¿Cómo te describirías como jugador?

–Era bueno, tenía mucha confianza en mí mismo. Creo que la confianza es clave en todo, pero especialmente en lugares donde el fracaso y el perder están a la vuelta de la esquina. Es parte del camino, y hay que aprender a convivir con eso sin que te termine liquidando. El deporte me enseñó a lidiar con esa frustración. En fútbol, me sentía más jugador de entrenamiento, pero cuando llegaban los partidos oficiales, no aparecía de la misma manera. En cambio, en el escenario, me desarmo para contar, para encontrar un papel o ir en busca de algo.

En la previa al partido todo parecía estar en su lugar, pero cuando llegaba el domingo, nunca me sentía bien, sentía que me estaba engañando a mí mismo. En el teatro estoy por completo, pero en el deporte, la autoconfianza y la presión conmigo mismo me hicieron cambiar. Hace un par de años me fui a España para abrirme a nuevas oportunidades, no por falta de trabajo, ya que forjé mi carrera acá, sino porque como actor quería estar en otro lugar y estar disponible para que en ese espacio surgieran nuevas oportunidades.

DESAFÍOS Y PROYECTOS

–¿Qué importancia tiene el desafío en tu carrera?

–Lo que para mí representa un desafío, puede no serlo para otro. En mi carrera, creo que es importante no rifar al actor y hacer más con el “no” que con el “sí”. Prefiero cuidarlo, como se cuida un instrumento, y sacarlo a tocar en un concierto que yo elija. Cuando uno empieza, a menudo se encuentra en una seguidilla de roles similares, con diferentes formas o envases.

Sin embargo, a medida que uno crece y desarrolla el gusto y amor por la vocación, es cuando se profundiza en el trabajo y se presenta una obra que realmente refleja el esfuerzo. Prepararse para esto significa darle valor a la vocación, no regalarla ni rifarla, y buscar roles que fomenten el crecimiento y presenten un desafío real.

–Hablando de desafíos, en la serie de Cris Miró interpretaste al gran amor de su vida. Con Mina Serrano, la protagonista, tuvieron mucha química. ¿Cómo fue el trabajo con ella?

–Desde el primer momento los directores nos dijeron que era fundamental que se viera la química entre nuestros personajes, porque más allá de la atracción física, era una historia de amor. Mina y yo trabajamos mucho para lograr esa complicidad, no solo en las escenas de diálogo, sino también en los silencios, en las miradas. Nos enfocamos en que la conexión fuera palpable, que los espectadores realmente sintieran que esos personajes tenían una relación intensa. Fue un proceso muy enriquecedor, y estoy muy contento con el resultado. Además, creo que la serie le rinde un gran homenaje a Cris Miró, y eso es lo más importante.

–¿Cómo te llevás con el paso del tiempo?

–No le doy mucha importancia a la edad. Siempre me ofrecen personajes que en la ficción son más jóvenes que yo y no me molesta. Creo que la edad es algo mental, y mientras me sienta bien conmigo mismo, no me preocupa. Quizás en algún momento lo vea de otra manera, pero por ahora disfruto de lo que hago y no pienso mucho en el paso del tiempo.

–Estás trabajando en un unipersonal con Alejandro Tantanian, en breve se estrena El nuevo novio de Lucía y tenés una participación en El fin del amor, con Lali. ¿Algo más?

–Tengo ganas de escribir, dirigir y explorar nuevas áreas. También estoy trabajando en "Vermú", un streaming en Barcelona que sumará más propuestas. En el último tiempo el trabajo se radicó más acá que allá, lo cual me encanta y disfruto mucho. Pero el resto del año lo voy a pasar en Buenos Aires, quería estar acá para mi cumpleaños y pasar más tiempo con mis papás y con mis amigos.

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